Vivimos en una época que proclama las bondades del sexo, lo promociona incansablemente, lo usa para vender todo y lo pone como barómetro para medir la sanidad de las relaciones de pareja.
Es tal la demanda de rendimiento que muchos que no pueden cumplir con ello, se ven catalogados o se catalogan como: eyaculadores precoces, anorgásmicas, o son torturados por inhibiciones del deseo.
Será que hay tantos “enfermos sexuales”? o será que los estándares de lo que pretendemos del sexo no pueden ser cumplidos?
La sexología a dado nombre a estas supuestas patologías y en este momento la mayoría de la gente que se identifica con la descripción del problema, se pone el rótulo sin necesidad de consultar.
Detrás de los problemas sexuales que nos perturban hay ideas y supuestos aun mas perturbadores: suponemos que mujeres y hombres deberían reaccionar de igual forma frente a los encuentros sexuales, suponemos que las mujeres son lentas o que los hombres son rápidos; suponemos que si nos queremos, el sexo debería funcionar de maravillas; suponemos que el ardor amoroso del primer tiempo nos debería acompañar toda la vida. Esto y otros temas mas constituyen el sexo mítico que la cultura, la medicina y también la sexología promueven y prescriben.
Nosotros pensamos que muchos de los problemas relacionados con el sexo se solucionan con palabras, aprendizajes y conocimiento.
Pero por sobre todo este grupo piensa en contextos: pensamos en las relaciones, los lugares, los poderes y los sentimientos dentro de los cuales el sexo se desarrolla.
Y también pensamos en ciencia: que se sabe hoy en día con respecto a como es el sexo humano desde sus fundamentos biológicos y como esto repercute en nuestra sexualidad, relacionando el conocimiento con los pedidos sociales y personales al sexo.
Los invitamos a compartir este espacio de nuestras conversaciones y reflexiones.



lunes, 25 de agosto de 2014

¿Qué es el vaginismo?

Elsa I. Astolfi

¿Ha intentado usted disfrutar de la penetración vaginal durante el acto sexual y no ha podido concretarla nunca debido al miedo o al dolor?
¿Ha podido hacerlo en forma parcial o total, pero con dolor?
¿Le ha resultado imposible o muy doloroso el examen vaginal ginecológico?
¿Piensa usted que su vagina es demasiado pequeña o estrecha para resistir la penetración?
¿Piensa usted que hay alguna obstrucción en la vagina que impide o dificulta la penetración?

Si la respuesta a una o más de estas preguntas es positiva, puede ser que esté usted sufriendo un vaginismo.
Se denomina vaginismo a la contracción INVOLUNTARIA e INCONSCIENTE de los músculos que rodean la entrada vaginal. Esta contracción puede ser tan intensa que “cierre” literalmente la entrada a la vagina (vaginismo severo) o, cuando es menor, permite la penetración, parcial o total, pero siempre con dolor (vaginismo moderado y leve). Cada vez que se intenta la penetración con los músculos en contracción la mujer siente mucho dolor.

¿Por qué se habla poco de este problema?

Últimamente se consulta más que hace unos años, porque se habla más de la sexualidad y los problemas sexuales en los medios de comunicación. Así, de a poco, el mayor acceso a los profesionales especializados va corrigiendo mitos y tabúes.
 El vaginismo es una disfunción sexual que produce mucha angustia, sentimiento de inferioridad e impotencia. La mujer no entiende por qué su cuerpo no obedece a sus deseos. Es una de las causas más frecuentes de lo que denominamos parejas o matrimonios “no consumados”.
Es frecuente que la mujer que padece un vaginismo crea que es la única en el mundo que no puede tener una relación sexual como las demás, perpetuando la idea de que “todas pueden menos yo”. Puede sentirse muy sola  frente a su problema, aún cuando tenga una pareja que la acompañe y la contenga. Suele sentirse tan anormal o avergonzada de su imposibilidad que muchas veces tarda hasta años en hacer una consulta (o no consulta nunca), más aún cuando muchas parejas con este problema disfrutan de un sexo muy satisfactorio y placentero, sin penetración. Si bien algunas pacientes pueden tener además otros conflictos sexuales, la mayoría tiene deseo, lubricación normal y orgasmo. Con frecuencia, se decide a consultar  cuando desea un embarazo o cuando la desesperación o el miedo al abandono pueden más que la vergüenza.

¿Por qué se produce el vaginismo?

La causas del vaginismo son, en su gran mayoría,  psicológicas (aunque el detonante, en algunos casos, haya sido orgánico), siendo las causas inmediatas más frecuentes el miedo al dolor, el miedo al embarazo, las experiencias sexuales traumáticas o el intenso sentimiento de culpa. También hay innumerables causas más profundas y, en ocasiones se observan verdaderas fobias o aversiones a la penetración o al contacto genital.
La contracción muscular representa un mecanismo de defensa inconsciente por el cual la vagina se “cierra” para evitar la penetración y el supuesto peligro que ésta representa para la mujer.
Muchas veces este  síntoma es confundido con un himen rígido o imperforado o con un anillo fibroso y la mujer llega a ser intervenida quirúrgicamente, con lo cual no sólo no se resuelve el problema sino que se puede intensificar.

¿Cuándo puede comenzar el vaginismo?

El vaginismo puede ser primario, cuando se presenta desde el primer intento de penetración o secundario, cuando aparece después de un período de funcionamiento normal. Lamentablemente con frecuencia, y sobre todo cuando la disfunción es primaria, las mujeres no hacen la consulta enseguida y conviven con el problema a veces hasta varios años (o toda la vida), esperando que con el tiempo o con el casamiento, se solucione solo.

¿Es éste un problema frecuente?

En el consultorio de Sexología del Servicio de Ginecología del Hospital Italiano, las consultas por dispareunia (dolor en la penetración), vaginismo y matrimonio no consumado por vaginismo representan aproximadamente el 22,5% de la consulta sexológica femenina general, con edades que van desde  los 16 hasta los 66 años.
En lo que respecta a los matrimonios no consumados en particular, han consultado en este Hospital, hasta la fecha, un total de 156 mujeres (8,66% de la consulta sexológica femenina) desde el año 1994. La edad mínima cuando se hizo la primera consulta fue de 16 años y la máxima de 52 y el tiempo que habían esperado para efectuar la misma fue desde pocos meses hasta varios años. Por ejemplo, hubo una paciente que padecía vaginismo hacía 30 años y consultó después de no haber podido consumar ni su primer ni su segundo matrimonio.  Se decidió a realizar la terapia a los 52 años y, en pocos meses, pudo comenzar a tener relaciones sexuales con penetración, sin dolor ni dificultad

¿Existe un tratamiento efectivo para el vaginismo?

Así es, la terapia sexual está al alcance de todos y ofrece un tratamiento corto, relativamente sencillo y con un elevadísimo porcentaje de éxito. El tiempo de duración es muy variable, puede ir desde pocas semanas hasta varios meses. Éste depende, entre otras cosas, de la causa del vaginismo y de la capacidad de respuesta de cada mujer. También es importante si tiene pareja y si ésta colabora y acompaña.
Lo más difícil, para muchas mujeres, sigue siendo animarse a hacer la consulta.


Dra. Elsa I. Astolfi
Sexóloga Clínica
Servicio de Ginecología del Htal. Italiano

domingo, 24 de agosto de 2014

Hacer el amor con amor

Lic. Diana M. Resnicoff

¿Cuántas veces después de hacer el amor se sintió vacía o hizo todo lo posible para que todo sea muy rápido y así poder terminar con todas las cosas pendientes que tenía en la cabeza o, miraba de reojo el reloj pensando en las horas que perdía de sueño?.  ¿Y cuando usted quería “mimos y nada más que mimos” y él quería “sexo y nada más que sexo”?.

Es difícil descubrir con exactitud en qué momento empieza a “irse el amor” al hacer el amor. Más bien, nos damos cuenta después de cierto tiempo. Primero, la culpa la tiene el cansancio de esa noche, los problemas cotidianos, el estrés acumulado, los chicos, el miedo a que se despierten de golpe, en fin: siempre habrá una razón para suponer que en realidad no pasa nada y que todo volverá a ser como antes. Pero lo cierto es que nada volverá a ser como antes si ambos integrantes de una pareja no se “ponen las pilas” y empiezan a ser concientes de que algo ocurre.

Dagmar O’Connor, dice que “practicar el coito resulta la manera perfecta de suprimir los sentimientos y la intimidad al mismo tiempo. Quizá, al principio, esto nos entusiasma pero luego de un tiempo, empezamos a sentir que algo nos falta. Es acá cuando muchas veces escucho “no hacemos el amor, eso hace mucho que ya no pasa”.

En este nuevo siglo, las parejas más jóvenes están metidas en la cultura del zapping, del todo rápido, del rendimiento y el crecimiento profesional; las que ya tienen hijos parecen olvidarse, a veces, que siguen siendo hombre y mujer además de mamá y papá; las parejas de más de 50 años comienzan con problemas que tienen que ver con lo biológico, por eso es necesario estar informado sobre estos cambios. Y por diferentes motivos nunca tienen tiempo para ellos. O'Connor los llama "matrimonios de un minuto" y explica "las emociones más íntimas y los sentimientos sensuales no admiten el apuro.

Hacia el cambio

Son muchas las actitudes que uno puede tener para recuperar la intimidad y la pasión en la pareja. Cuando nos permitimos acariciar al otro de píes a cabeza, cuando mantenemos el estado de excitación sin apurarnos por pasar a la etapa siguiente, comienzan a derrumbarse los muros que nos separan, y las sensaciones “dormidas” reaparecen ante nuestra sorpresa.

Ahora bien, la pregunta reiterada es si se puede recuperar la intimidad,  después de varios años de pareja. ¡Sí! Empecemos por conectarnos con las cosas positivas, y usemos nuestra imaginación para buscar ingredientes que provoquen un encuentro sexual positivo. Puede ser una cena diferente, un llamado para recordarle al otro cuánto lo ama, buscarlo a la salida del trabajo, una lectura erótica, un paseo a solas tomados de la mano. 
Enviarle un e-mail a nuestra pareja o un mensaje de texto.

Y por supuesto no nos olvidemos de despertar nuestro sentido más primario: tocar. Las caricias, los mimos, el silencio, van creando el clima necesario para que la comunicación sexual alcance su cúspide.  
Y recordemos que:

  • Uno no se desnuda como se pela una cebolla, eso haría llorar.
  • El cuerpo es único, igual que el rostro.
  • La edad es absolutamente circunstancial.
  • La presencia y la seguridad son las que hacen la hermosura.
  • La seducción es un arte para un buen vínculo.
  • Yo soy mi modelo.
  • Seducir no es acosar.
  • Mostrar/ofrecer lo mejor de una misma, para encontrarse con lo mejor del otro.
  • Belleza es ser como tú realmente eres y estar totalmente relajado en ello.


Bloqueando nuestro erotismo

Lic. Diana Resnicoff

Existen elementos que bloquean nuestro erotismo, pudiendo llegar a ser de tal severidad que generan disfunciones sexuales. Es decir, problemas resistentes que alteran de modo negativo el deseo, la excitación o el orgasmo o la eyaculación. Son estas disfunciones las generadoras en el sujeto de mucho sufrimiento y así es como llega a la consulta sexológica. Veamos algunos de estos:
La costumbre de tener relaciones sexuales "sólo en el momento oportuno". Por ejemplo, si es sábado por la noche o domingo por la mañana nos toca.
Los límites que imponen el tiempo y el cansancio, porque no incluimos en nuestra "agenda" los encuentros eróticos. Siempre les indico a las parejas que me consultan que es de suma importancia reservarse un tiempo para las relaciones afectivas y sexuales, tiempo este que debe ser sacralizado y mantenido a raja tabla. 
La falta de privacidad
Que cada uno asuma la total responsabilidad de la relación. Cada uno debe ser responsable de su propio placer y de comunicarle a la pareja que es lo que le gusta y que no le gusta.  
Tomar en cuenta al otro y aprender a compartir. Si la falta de empatía entorpece cualquier relación, en el terreno sexual es ésta determinante.
En lugar de disfrutar de la relación sexual, adoptar una actitud de enfrentamiento. Cuántas personas van a la cama como a un campo de batalla o a un examen.
La creencia de que ya se pasó la época del disfrute sexual: "La satisfacción sexual es sólo para gente joven y atractiva". Gran mito: las caricias siempre son caricias aunque las manos estén arrugadas.  
Tener pensamientos intrusitos, distractores o preocupaciones durante el acto sexual: "Hay que llevar el coche al taller...". "El techo necesita una mano de pintura..."..
Estar enojado con la pareja sin comunicárselo, pero destilando malestar al actuar. La típica respuesta de: "A mí no me pasa nada", poniendo una cara que dan ganas salir corriendo. Si se está disgustado o disgustada es necesario comentarlo porque los dobles mensajes son dañinos.