Vivimos en una época que proclama las bondades del sexo, lo promociona incansablemente, lo usa para vender todo y lo pone como barómetro para medir la sanidad de las relaciones de pareja.
Es tal la demanda de rendimiento que muchos que no pueden cumplir con ello, se ven catalogados o se catalogan como: eyaculadores precoces, anorgásmicas, o son torturados por inhibiciones del deseo.
Será que hay tantos “enfermos sexuales”? o será que los estándares de lo que pretendemos del sexo no pueden ser cumplidos?
La sexología a dado nombre a estas supuestas patologías y en este momento la mayoría de la gente que se identifica con la descripción del problema, se pone el rótulo sin necesidad de consultar.
Detrás de los problemas sexuales que nos perturban hay ideas y supuestos aun mas perturbadores: suponemos que mujeres y hombres deberían reaccionar de igual forma frente a los encuentros sexuales, suponemos que las mujeres son lentas o que los hombres son rápidos; suponemos que si nos queremos, el sexo debería funcionar de maravillas; suponemos que el ardor amoroso del primer tiempo nos debería acompañar toda la vida. Esto y otros temas mas constituyen el sexo mítico que la cultura, la medicina y también la sexología promueven y prescriben.
Nosotros pensamos que muchos de los problemas relacionados con el sexo se solucionan con palabras, aprendizajes y conocimiento.
Pero por sobre todo este grupo piensa en contextos: pensamos en las relaciones, los lugares, los poderes y los sentimientos dentro de los cuales el sexo se desarrolla.
Y también pensamos en ciencia: que se sabe hoy en día con respecto a como es el sexo humano desde sus fundamentos biológicos y como esto repercute en nuestra sexualidad, relacionando el conocimiento con los pedidos sociales y personales al sexo.
Los invitamos a compartir este espacio de nuestras conversaciones y reflexiones.



domingo, 24 de agosto de 2014

Bloqueando nuestro erotismo

Lic. Diana Resnicoff

Existen elementos que bloquean nuestro erotismo, pudiendo llegar a ser de tal severidad que generan disfunciones sexuales. Es decir, problemas resistentes que alteran de modo negativo el deseo, la excitación o el orgasmo o la eyaculación. Son estas disfunciones las generadoras en el sujeto de mucho sufrimiento y así es como llega a la consulta sexológica. Veamos algunos de estos:
La costumbre de tener relaciones sexuales "sólo en el momento oportuno". Por ejemplo, si es sábado por la noche o domingo por la mañana nos toca.
Los límites que imponen el tiempo y el cansancio, porque no incluimos en nuestra "agenda" los encuentros eróticos. Siempre les indico a las parejas que me consultan que es de suma importancia reservarse un tiempo para las relaciones afectivas y sexuales, tiempo este que debe ser sacralizado y mantenido a raja tabla. 
La falta de privacidad
Que cada uno asuma la total responsabilidad de la relación. Cada uno debe ser responsable de su propio placer y de comunicarle a la pareja que es lo que le gusta y que no le gusta.  
Tomar en cuenta al otro y aprender a compartir. Si la falta de empatía entorpece cualquier relación, en el terreno sexual es ésta determinante.
En lugar de disfrutar de la relación sexual, adoptar una actitud de enfrentamiento. Cuántas personas van a la cama como a un campo de batalla o a un examen.
La creencia de que ya se pasó la época del disfrute sexual: "La satisfacción sexual es sólo para gente joven y atractiva". Gran mito: las caricias siempre son caricias aunque las manos estén arrugadas.  
Tener pensamientos intrusitos, distractores o preocupaciones durante el acto sexual: "Hay que llevar el coche al taller...". "El techo necesita una mano de pintura..."..
Estar enojado con la pareja sin comunicárselo, pero destilando malestar al actuar. La típica respuesta de: "A mí no me pasa nada", poniendo una cara que dan ganas salir corriendo. Si se está disgustado o disgustada es necesario comentarlo porque los dobles mensajes son dañinos.



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