Vivimos en una época que proclama las bondades del sexo, lo promociona incansablemente, lo usa para vender todo y lo pone como barómetro para medir la sanidad de las relaciones de pareja.
Es tal la demanda de rendimiento que muchos que no pueden cumplir con ello, se ven catalogados o se catalogan como: eyaculadores precoces, anorgásmicas, o son torturados por inhibiciones del deseo.
Será que hay tantos “enfermos sexuales”? o será que los estándares de lo que pretendemos del sexo no pueden ser cumplidos?
La sexología a dado nombre a estas supuestas patologías y en este momento la mayoría de la gente que se identifica con la descripción del problema, se pone el rótulo sin necesidad de consultar.
Detrás de los problemas sexuales que nos perturban hay ideas y supuestos aun mas perturbadores: suponemos que mujeres y hombres deberían reaccionar de igual forma frente a los encuentros sexuales, suponemos que las mujeres son lentas o que los hombres son rápidos; suponemos que si nos queremos, el sexo debería funcionar de maravillas; suponemos que el ardor amoroso del primer tiempo nos debería acompañar toda la vida. Esto y otros temas mas constituyen el sexo mítico que la cultura, la medicina y también la sexología promueven y prescriben.
Nosotros pensamos que muchos de los problemas relacionados con el sexo se solucionan con palabras, aprendizajes y conocimiento.
Pero por sobre todo este grupo piensa en contextos: pensamos en las relaciones, los lugares, los poderes y los sentimientos dentro de los cuales el sexo se desarrolla.
Y también pensamos en ciencia: que se sabe hoy en día con respecto a como es el sexo humano desde sus fundamentos biológicos y como esto repercute en nuestra sexualidad, relacionando el conocimiento con los pedidos sociales y personales al sexo.
Los invitamos a compartir este espacio de nuestras conversaciones y reflexiones.



lunes, 2 de marzo de 2015

Cómo impacta la llegada de un hijo en la pareja

GENERA UNA DINÁMICA COMPLETAMENTE NUEVA
Cómo impacta la llegada de un hijo en la pareja

12.2.05 - La Nación

Los expertos dicen que el nuevo integrante no "salva" el vínculo. Es frecuente que el bebé refuerce las situaciones previas que caracterizaban a la relación. Lo más amenazado suele ser la intimidad conyugal, que necesita ser resguardada.

La llegada de un hijo es un acontecimiento maravilloso en la vida de un ser humano. Un momento único que implica cambios en la vida de las personas y dentro del seno familiar.
Pero estos cambios pueden afianzar la unión de la pareja o afectar y romper su equilibrio, al punto de llevarla incluso a la separación.
El hogar, antes territorio de la intimidad de la pareja, pasa a ser compartido por una tercera persona, que inevitablemente altera la cotidianidad vivida.
"Siempre el nacimiento de un hijo produce un fuerte impacto en la pareja y una reacomodación de la estructura familiar: los esposos pasan a ser padres, los padres pasan a ser abuelos y los hermanos, tíos", explicó Irene Loyácono, psicoanalista y directora del Centro de Terapias con Enfoque Familiar (Cetef).
La psicóloga dijo que "nacido el bebe, la nueva familia deberá construir otra dinámica donde se asuman al mismo tiempo dos papeles: la pareja conyugal y la pareja parental".
Del mismo modo, el licenciado Hugo Hirsch, del Centro Privado de Psicoterapias, dijo que "la unión o desunión de una pareja, ante la llegada de un hijo, depende de la interpretación que ésta hace del nuevo hecho en sus vidas". Y agregó: "Puede reforzar la unión y darle un nuevo sentido o profundizar los problemas no resueltos. Lo que sí, la llegada de un hijo no va a salvar a la pareja".
Stella Maris Rivadero, licenciada en psicología y docente del Centro Dos, indicó que la llegada de un hijo implica "un antes y un después en la pareja", y que la unión o desunión está determinada por las condiciones previas en las que esa pareja se encuentre.
"A veces se piensa que el hijo desune a la pareja y se lo carga de esa responsabilidad, pero en realidad esas condiciones ya estaban preestablecidas para que eso ocurra", explicó Rivadero.

Los problemas frecuentes
La pérdida de la intimidad frente a la llegada del hijo es uno de los factores más comunes que inciden en la desunión conyugal.
Al respecto, Loyácono dijo: "Se puede negar la conyugalidad (romance y sexualidad) en aras de la parentalidad (crianza), pero significará madres sobreprotectoras y padres proveedores económicos aunque ausentes en lo afectivo. La renuncia a la sexualidad empobrece las relaciones familiares y más bien perjudica que beneficia a los hijos".
Rivadero coincidió al explicar que los padres deben articular la función masculina o femenina con la paterna o materna, y actuar esos diferentes roles según la situación. "La función materna no debe anular la sensualidad femenina, y el hombre es responsable de buscar su tiempo y espacio en la intimidad de la pareja", agregó la especialista.
Muchas veces la cercana relación entre madre e hijo durante las primeras semanas o meses de vida del niño deviene en una exclusión paterna en la conformación de la nueva familia. "Cuando comienza el embarazo, la mujer refuerza la relación bebe-mamá. Desde ese momento, ella debe hacer lo necesario para que el padre se sienta incluido y ampliar esa relación exclusiva de dos", dijo Hirsch. Y agregó: "Los mamíferos tendemos a establecer relaciones excluyentes, pero el ser humano puede romper esta regla".
Para la licenciada Loyácono, los celos pueden ser un factor clave en el distanciamiento del hombre frente a la relación madre-hijo. "El monto de celos dependerá de su historia, de la seguridad en sí mismo y de su madurez, pero también de la forma en que desarrolle su paternidad. Para superarlos el padre tiene que incluirse como protagonista, y la madre tiene que permitírselo."
Otro aspecto importante que puede determinar la separación conyugal, según Hirsch, ocurre cuando la pareja "nunca vivió sola", y los cónyuges empezaron a convivir cuando ella queda embarazada. Recién cuando los hijos son grandes y abandonan el hogar la pareja empieza a descubrir el convivir con "el otro". El resultado muchas veces es la desunión.
Para hacer frente a las dificultades que pueden aparecer con la llegada de un hijo, los especialistas consultados recomendaron algunas claves en favor de la unión conyugal.
"Realizar desde los primeros meses del embarazo un buen curso de preparación para el parto que incluya al padre. Luego de los primeros meses, recuperar los momentos y rituales de intimidad de la pareja. Y siempre ponerse del mismo lado del cónyuge", dijo Loyácono.
Por su parte, Rivadero señaló que "hay que alentar el diálogo en la pareja para poder sobrellevar las dificultades de criar un hijo. Visualizar al otro y permitirse el encuentro en la intimidad porque lo necesito y me necesita".
Para Hirsch, "hay que crear un banco de afectos, donde la felicidad no se espere con la llegada de los hijos, sino que los mismos hijos constituyan la felicidad en la pareja".


Por Víctor Ingrassia



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