Vivimos en una época que proclama las bondades del sexo, lo promociona incansablemente, lo usa para vender todo y lo pone como barómetro para medir la sanidad de las relaciones de pareja.
Es tal la demanda de rendimiento que muchos que no pueden cumplir con ello, se ven catalogados o se catalogan como: eyaculadores precoces, anorgásmicas, o son torturados por inhibiciones del deseo.
Será que hay tantos “enfermos sexuales”? o será que los estándares de lo que pretendemos del sexo no pueden ser cumplidos?
La sexología a dado nombre a estas supuestas patologías y en este momento la mayoría de la gente que se identifica con la descripción del problema, se pone el rótulo sin necesidad de consultar.
Detrás de los problemas sexuales que nos perturban hay ideas y supuestos aun mas perturbadores: suponemos que mujeres y hombres deberían reaccionar de igual forma frente a los encuentros sexuales, suponemos que las mujeres son lentas o que los hombres son rápidos; suponemos que si nos queremos, el sexo debería funcionar de maravillas; suponemos que el ardor amoroso del primer tiempo nos debería acompañar toda la vida. Esto y otros temas mas constituyen el sexo mítico que la cultura, la medicina y también la sexología promueven y prescriben.
Nosotros pensamos que muchos de los problemas relacionados con el sexo se solucionan con palabras, aprendizajes y conocimiento.
Pero por sobre todo este grupo piensa en contextos: pensamos en las relaciones, los lugares, los poderes y los sentimientos dentro de los cuales el sexo se desarrolla.
Y también pensamos en ciencia: que se sabe hoy en día con respecto a como es el sexo humano desde sus fundamentos biológicos y como esto repercute en nuestra sexualidad, relacionando el conocimiento con los pedidos sociales y personales al sexo.
Los invitamos a compartir este espacio de nuestras conversaciones y reflexiones.



lunes, 2 de marzo de 2015

Y el erotismo quedó bajo las sombras

Y el erotismo quedó bajo las sombras

Por   | Para LA NACION


Hay cosas que, cuando se las desea atrapar, se las arruina. Es lo que ocurre con lo que llamamos erotismo, tema que surge, fervoroso, a partir del éxito del combo libros/película de las Cincuenta sombras de Grey, en la que se cuenta la historia de una pareja con una muy peculiar sexualidad.
Digamos que el territorio actual de lo erótico, por lo menos en su versión cotidiana, ha sido colonizado por productos e imágenes que se adueñan de la cuestión, arruinando la fiesta, ya que, sabemos, hay cosas que mejor es generar que comprar hechas.
Merece criticarse el reduccionismo de esta perspectiva respecto de lo que el erotismo significa.  Entregarse a alguien no es, por ejemplo, someterse a violencias o dejarse esposar. Tampoco tener autoridad sobre alguien es lo mismo que dominarlo como si fuera un objeto "propio", deshumanizándolo para poder sentir excitación. 
El erotismo es un arte sutil que sobrevive en una sociedad que endiosa a la técnica como forma de generar resultados.
En un territorio tan inhóspito, al pobre erotismo no le queda otra que intentar sobrevivir en el corazón de la experiencia humana, mientras se aclara el panorama.

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